jueves, 27 de septiembre de 2007

Prumera parte Eragon

Eragon, un granjero de 15 años, se ve sorprendido cuando aparece ante él una piedra azul en la cadena montañosa conocida como Las Vertebradas. Se lleva la piedra a la granja donde vive con su tío Garrow y su primo Roran. Garrow y su ya difunta esposa, Marian, han criado a Eragon. Nada se sabe de su padre; su madre, Selena, era hermana de Garrow y nadie la ha vuelto a ver desde que nació Eragon.

Más adelante, la piedra que resulta ser huevo, se quiebra y asoma una criatura hembra de dragón. Cuando Eragon la toca, le aparece en la palma de la mano una señal plateada y se forja entre sus mentes un vínculo irrevocable que convierte al muchacho en uno de los legendarios Jinetes de Dragón.

Los Jinetes de Dragones fueron creados miles de años antes, en la etapa posterior a la gran guerra entre elfos y dragones, con la intención de asegurar que nunca volverían a producirse hostilidades entre esas dos razas. Los Jinetes se convirtieron en fuerzas de paz, educadores, sanadores, filósofos naturales e insuperables hechiceros, pues la unión con los dragones los convertía en magos. Bajo su guía y protección, la tierra disfrutó de una era dorada.

Cuando llegaron los humanos a Alagaësia, fueron sumados también a esa orden elite. Tras muchos años de paz, los monstruosos y belicosos úrgalos mataron al dragón de un joven jinete llamado Galbatorix. Enloquecido por la pérdida y por la negativa de sus mayores de concederle otro dragón, Galbatorix se empeñó en derribar a los Jinetes.

Robó otro dragón –al que llamó Shruikan y lo obligó a servirle por medio de magia negra- y reunió a un grupo de trece traidores: los Apóstatas. Con la ayuda de esos crueles discípulos, Galbatorix derribó a los Jinetes; mató a su líder, Vrael; y se declaró rey de Alagaësia. Su éxito fue solo parcial, pues los elfos y los enanos mantuvieron su autonomía en sus respectivas guaridas, y algunos humanos han establecido un país independiente, Surda, en el sur de Alagaësia. Dichas facciones han mantenido una tregua durante los últimos veinte años, tras las ocho décadas de guerra abierta que produjo la destrucción de los Jinetes.

La aparición de Eragon se da, entonces, en esa frágil situación política. Teme hallarse en peligro mortal – pues es de sobras conocido que Galbatorix mató a todos los Jinetes que no le juraron lealtad- y por ello oculta de su familia la existencia de la dragona mientras la cría. Mientras tanto, decide llamarla Saphira, el mismo nombre de un dragón mencionado en las historias de Brom, el cuentacuentos de la aldea. Poco después, Roran se marcha para buscarse un trabajo que le permita ganar el dinero suficiente para casarse con Katrina, la hija del carnicero.

Cuando Saphira comienza a ser más alta que Eragon, dos figuras desconocidas y amenazantes, con aspecto de escarabajos, llamados Ra’zac, llegan a Carvahall en busca del huevo. Asustada, Saphira secuestra a Eragon y vuela hacia las Vertebradas. Eragon logra convencerla para que regresen, pero para entonces, su casa ya ha sido destrozada por los Ra’zac. Eragon encuentra a Garrow entre las ruinas, torturado y malherido.

Garrow muere poco después, y Eragon jura perseguir y matar a los Ra’zac. Entonces se le acerca Brom, que sabe de la existencia de Saphira, y se ofrece a acompañarlo por sus propias razones. Cuando Eragon lo acepta, Brom le entrega la espada Zar’roc, que perteneció en otro tiempo, a un Jinete, aunque se niega a explicarle cómo la ha conseguido.

Eragon aprende muchas cosas de Brom durante sus viajes, incluido el arte de pelear con la espada y el uso de la magia. Al fin pierden la pista de los Ra’zac y visitan la cuidad de Teirm, donde Brom cree que su amigo Jeod podrá ayudarlos a ubicar su guarida.

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